viernes, 12 de diciembre de 2008

El segundo baúl (parte 3)

Creo que nunca una ducha me había sentado tan bien. La mente completamente en blanco. Sólo el agua cayendo por mi cuerpo y los ojos cerrados. Perfecto.

Después de esos minutos reparadores me encontraba bastante mejor. El dolor de cabeza había remitido. También las ganas de hacer el primo y el pensar en cosas demasiado trascendentales.
Ya era la leche estar jodido como para, además, recrearme. La cuestión era empezar a vivir un poco.

La sesión de "yoga acuático" me llevó a la conclusión de que lo mejor sería irme de allí. No sólo de casa de mi amigo, sino de la ciudad... incluso del país.
No quería que nada me recordase mi vida pasada.
Las maletas estaban aún sin deshacer, y por el dinero no debía preocuparme, tenía más que suficiente para pasarme una buena temporada a remojo en leche de cabra.
Oh, tío. Me estaba enamorando de la idea. Recordaba mis tiempos de irreverente fantasía adolescente. Mis tiempos en lo alto del guindo.
Estaba dispuesto a recuperar lo perdido debido a mi errónea elección de vida en sociedad, haciendo realidad, si no todas, sí gran parte de aquellas ensoñaciones puberales.

La época del renaciemiento ya estaba elegida. Ahora tocaba exprimir todo lo que la situación actual en casa de Parker me podía ofrecer.
Sería un comienzo magnífico.

Aún iba en gallumbos cuando me senté de golpe en el sofá. Allí estaba mi amigo.

- Fiesta -eso fue lo que salió de mi boca.

- ¿Qué?.

- Hagamos una fiesta, tío -Parker abrió y cerró la boca varias veces sin emitir sonido alguno. - Ya sé que es tu casa, pero no me negarás que la idea es golosa.

Pasaron unos segundos en los que la cara de Parker iba matizando su expresión. Primero los músculos de la frente se fueron relajando, la mandíbula cerrando y los hombros volvieron a recuperar la posición natural, alejados de las orejas. Después, todo ello se tensó de nuevo para, esta vez, mostrar un gesto que serviría de boceto para el que horas más tarde adquiriría.



CUANDO QUEDEN UNAS LÍNEAS POR LEER, EMPEZAR A ESCUCHAR "Shoot The Runner" de Kasabian.

jueves, 11 de diciembre de 2008

El segundo baúl (parte 2)

Mi dolor de cabeza había aumentado. Esa sobredosis de pensamientos puros la habían hecho trabajar demasiado. Aún así, logré vencer a la gravedad y me puse de pie.
Cuando conseguí que mis ojos enfocasen fue cuando me atrevía a dar el primer paso en esa habitación.

Me dirigí al amplio ventanal. Éste daba a una terracita que miraba a la calle principal. Me vendría bien un poco de aire fresco.

Hacía mucho calor. En apenas unos segundos ya estaba sudando. Fue entonces, al sentir como una gota de sudor se deslizaba por mi pecho, cuando me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Allí, delante de toda la ciudad.

Una sonrisa desafiante empezó a dibujarse en mi cara. Mi corazón palpitaba. Era emocionante. Una sensación nueva. Un escalofrío atravesando mi cuerpo.
Necesitaba hacer algo.
Estiré los brazos. Los puse en cruz. Abrí ligeramente las piernas para tener así mejor base de sustentación. Tomé aire y grité.

Dios mío. Qué feliz me sentí. Todos los viandantes contempleban mi incoherente reacción.
Allí como estaba, desnudo encarándome a la ciudad, me veía como el rey del mundo, capaz de hacer lo que me viniese en gana.

¿Quién era esa gente que me miraba con asombro? ¿Qué podían hacer ellos para impedir que todo lo que yo deseaba fuese mío?
Después de ésto, sólo pude volver a reir y seguir desafiando a aquella gente.

Llevaba un buen rato asomado. Casi un cuarto de hora. Ya se habían reunido un gran número de personas debajo del balcón, así que decidí que ya era suficiente. Entré en la habitación.

Pese a todo lo que había hecho en la terraza no me acababa de sentir del todo bien. Y no era porque la maldita cabeza no cejase en su empeño de volverme loco con sus continuos golpeteos. Era simplemente porque no podía dejar de pensar en lo que haría a partir de ahora. No era el cuestionarme la metafísica o la conveniencia de mis actuaciones, sino el decidir cuales debían de ser esas actuaciones.
Ya tenía claro que habría que reconducirse, pero me faltaba tomar rumbo.

De momento sería bueno refrescarme un poco. La llamada de la ducha fría. Nada de pensar.
Me puse los calzoncillos y cogí una toalla del armario.
Al salir por la puerta me encontré de frente a Parker. Estaba a punto de llamar.

- Veo que vas a darte una ducha Venía para comprobar el estado en el que te encontrabas. Ayer terminamos un poco perjudicados... Sólo quería saber si aún respirabas -empezó a reirse, aunque no de forma enérgica. Se notaba que su cabeza le martirizaba también. Continuó hablando.

- Cuando estés limpio me gustaría saber qué es lo que tienes pensado.

- No tengo ni idea colega, no tengo ni idea. Pero luego hablamos. Creo que si no me meto bajo el agua ahora mismo, me voy a caer redondo.



INDISPENSABLE CON LA LECTURA... "Untouchable" de Rialto.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

El segundo baúl

La claridad que entraba por la ventana distrajo de forma repentina mi enloquecido sueño.Abrí los ojos obligado por la intensa luz de la mañana. Todo me daba vueltas. Opté por esconderme debajo de la almohada.En esos momentos, mi deseo más profundo era que alguien apagase el sol y que todo lo que inevitablemente se me vendría encima, pasase de largo.Pero tratar de escabullirme de todo aquello era completamente imposible. Así, primero el dolor de cabeza, y, a continuación, unas horribles nauseas, descubrieron mi escondrijo.Traté entonces de levantarme, con lo que a todos los horrores anteriores, se unió una aguda sensación de flaqueza que casi consiguió tirarme de la cama. Afortunadamente, mi peso hizo que me desplomase ora vez sobre ella.No sentía ni mis brazos, ni mis piernas. Apenas sentía el movimiento de mi pecho al respirar. Sólo era consciente de la existencia de mi cabeza y, por momentos, de mi garganta.

Joder, hacía años que no me sentía tan acabado. Estaba muerto. Seguro que si en ese preciso momento hubiese visto reflejada mi cara en un espejo, tendría que pellizcarme para convencerme de que aún pertenecía a este mundo...

... ¡Pero menuda tontería! Una enorme tontería desde luego. ¿Cómo podía estar pensando semejante cosa?

...¡Estaba vivo! Si me sentía así de destrozado era porque estaba comenzando a vivir. Me estaba quitando el caparazón de hastío que me dominaba. Y eso era mucho peso.
Los años pasados, llenos de monotonía, vacíos de sufrimiento físico habían sido enmascarados por esos grandes agujeros negros en los que se llegaron a convertir mi corazón y mi mente... y me sepultaron.
El escarbar buscando la salida iba a suponer vivir momentos como los que ahora me tocaba padecer. Todo debía sufrir una remodelación.

Estaba muy claro. Necesitaba sentir esos dolores y nauseas. Sufrirlos hasta quedar exhausto. Y después tendría que seguir y seguir castigando mi cuerpo.
La redención pasaba por desenmascarar esa tolerancia física, padecer, machacar mi cabeza, mis brazos, mis piernas. Todo.
Necesitaba quitarme ese antiguo armazón. Era vital romperlo para poder respirar, para volver a nacer.

Vivir.

Y entonces, en ese supuesto espejo, que unos instantes atrás me habría devuelto un reflejo turbio y carente de esbeltez, ahora vería luz. Un magnífico brillo de vida.
Y si en ese instante me volviese y observase el nuevo sendero que había empezado a recorrer, vería una huella más detrás de mi.


LEER ACOMPAÑADO DE "Devil´s Haircut" de Beck

martes, 9 de diciembre de 2008

Una mañana cerca de Verdún

Durante la noche, el aire helado había penetrado en él hasta llegar al mismísimo tuétano. La situación, ahora que ya había amanecido, no era mejor.

Los alemanes parecían estar tan hastiados y exhaustos como ellos. Tras una semana de constantes ataques, llevaban tranquilos un par de días. Un poco de tranquilidad no venía nada mal, desde luego, pero Moncassy casi prefería que se iniciase una pequeña refriega, un poco de movimiento para entrar en calor. Ese frío era insoportable.
Además, pasase lo que pasase, él sabía que no iba a morir. No en combate. No en ese frente.

Su regimiento había sufrido la mayor parte de la carga enemiga durante los ataques, y estaban en cuadro. La cuenta de los caídos la había perdido hacía tiempo.

El último había sido Jean Phillipe, un joven imprudente de Tours al que apenas conocía. Le volaron la cabeza al encender una vela al borde de la trinchera esa misma noche.

Al pensar en él le vinieron a la mente algunos de los que ya no estaban con ellos.
Paul y su armónico y constante canturreo, Armand y sus bigotes infinitos, el callado Benature... tantos.

En la trinchera reinaba el siencio. Sólo se podía oir el casteñetear de los dientes de los reemplazos, poco acostumbrados a tantos días a la intemperie helada y aún con el estrés de sus primeros encuentros con la primera línea enemiga.
En cuanto a los veteranos, los más, dormían, el resto estaban a sus cosas. Algunos revisaban el equipo, otros escribían cartas a casa, y los había que simplemente se preguntaban en voz baja cuando les tocaría volver con los suyos, cuándo acabaría todo.

Fue entonces cuando uno de esos silbidos cruzó el cielo. En unos segundos la tierra empezó a temblar y retorcerse.
Moncassy entendió que esta vez iba a tocar salir de la trinchera. Estaba preparado.

Cuando el capitán hizo sonar su silbato, él fue el primero en saltar sobre los sacos terreros, y el primero en cruzar la alambrada y llegar a campo abierto.

Según avanzaba todo era humo y tierra. No podía ver nada. Y algo le tiró de espaldas. Fue como chocar contra una pared.
Le costaba respirar y era incapaz de mover ni un músculo. El frío volvía a gobernarle. Se dió cuenta de que estaba herido, era posible que gravemente.

Y rió.

Porque sabía que no iba a morir. No en ese frente. No tan cerca de Verdún.



PONER ALGO DE Satie.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Segunda licencia a lo etéreo

Es el humo.
Es ese cigarrillo que se consume.
Es la cerveza abierta.
Es la melancolía en la música.
Es la incertidumbre, la espera, la soledad.

Es el piso vacío.
Es cuando el teléfono no suena.
Es la cama vacía.
Es cuando tu voz no me somete.
Es la necesidad cuando algo falta.

Es una imagen.
Es eso mil veces en mis sueños.
Es lo cotidiano.
Es el ver sin tocar.
Es ahora, el no escuchar.

Son mis nervios.
Son dos noches sin dormir.
Son los días y las noches.
Es un océano de lágrimas,
que se escurre entre mis dedos,
porque te tengo y no te tengo.


SERÍA BUENA IDEA COMBINARLO CON EL "Let It Down" de George Harrison.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El primer baúl (parte 8)

Vacié mi copa de un trago, decidido a enchufarme cuanto antes la siguiente, y así tratar de olvidar o, por lo menos, aparcar a un lado esos momentos de estupidez. Me di cuenta de que lo mejor era agarrarme una buena curda y pasar la noche riendo.

Parker se estaba preparando ya su próximo lingotazo, así que le pedí que hiciese otro para mí.Angela se levató entonces del sofá. En apariencia, si no conseguías atisbar su expresión de derrota, daba la impresión de que, con su resolución, iba a destrozar a mi colega. Pero nada de eso. Cuando llegó a nuestro lado se limitó a decirle que iba a recoger sus cosas, que le dejaría su teléfono en la mesilla de la habiación, que la llamase enseguida... Luego vino una mirada de súplica, una de las que anhelaban respuesta de espléndido cariño, de verdadera comunicación y comprensión.
Parker, cuyos labios permanecían pegados al vaso de whisky, se limitó a hacer un gesto de extrema indolencia. Ni siquiera la había mirado mientras ella le hablaba. No me dio la más mínima lástima.Vacié mi segundo whisky de un trago.

Angela desapareció del salón. Tenía que salir pronto de aquella casa para poder llorar a gusto.Cuando la vovimos a ver estaba ya en la puerta del apartamento intentando encontrar una buena frase, un frase lapidaria con la que despedirse de su amante. Estaba realmente nerviosa y no le salió nada, así que puso cara de enfado y dio un portazo tras de sí.

Parker y yo nos miramos durante un instante intentando contener la carcajada dentro de nosotros, pero cuando llegó el instante siguiente, fracasamos, y nuestras risas llenaron la habitación.Conducido por ese inercial flujo de cachondeo le conté a Parker, entre alegres sollozos, lo que había pasado con Nadine (ese era el nombre de la bruja). Eso no hizo más que prolongar ese momento, pues ambos empezamos a rajar de la condenada mujer con una pasión casi orgásmica.

Y así nos condujimos casi dos horas, llevando la conversación hacia temas aún más vacuos,y acompañando el viaje con más y más whisky.

Encontrándome en un grado etílico considerable, decidí que había llegado el moento de empezar a darle a las birras del 7-Eleven.
Al segundo intento logré desembarazarme de la atracción del sofá y, tambaleante, entré en la cocina.
En un minuto estaba de vuelta en el salón, con una sonrisa de oreja a oreja y con seis botes de cerveza en las manos. Me senté en frente de Parker y dejé el material en la mesa.
Noté que no dejaba de observarme. Le miré. Parecía preocupado.

- Y ahora, ¿qué vas a hacer?
- Beber -sabía lo que habia querido decir.

Cogí una cerveza, la abrí y le di un buen sorbo.

PROBAR CON "Meanwhile, Rick James" de Cake.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El primer baúl (parte 7.2)

Mientras elaboraba mi primer intsrumento de diversión, observé el acoso al que estaba siendo sometido Parker. Angela no dejaba de sobarle. Pero besos y caricias eran recibidos por él con total indiferencia, tanta, que se levantó del sofá deshaciéndose del último arrumaco de su pegajosa "partenaire" para servirse otro whisky.

Sólo yo me di cuenta del gesto de derrota y frustración que escondía la chica detrás de esa sonrisa complaciente.
Creo que notó que la había descubierto, y eso me inspiró un repentino sentimiento de lástima y compasión hacía ella. Se esforzaba en parecer de esas que lo único que buscan es un paquete completo, pero lo que conseguía al fin y al cabo, era mostrar el patetismo de una mujer sedienta de una pizca de bondad de un hombre al que le importaban un cuerno ella y sus circunstancias, un hombre que ni siquiera recordaba su nombre.

Ese sentimiento se paseó por mi cabeza un par de segundos, el tiempo que tardó ésta en expulsarlo para siempre.
El problema era exclusivamente de ella, así como la culpa de verse envuelta en esa situación. Que apechugase con sus problemas ella solita, o, al menos, que no se le pasase por la cabeza compartirlos conmigo. Bastante tenía yo con lo mío.

Pensando en ello se formó en mi cara una sonrisa malvada y burlona, y retumbó en mi interior una terrible carcajada (del tipo atribuible a Vincent Price). "¿Cómo podía ser tan cabrón?", pensé.
Otro pensamiento de un par de segundos.
Tenía gracia la cosa, de mártir a cabrón en tan solo unas horas. Ninguno de esos papeles me gustaba, en ninguno de esos extremos me encontraba cómodo.
Todo sería andar jugando con los dos a ver si me aclaraba algo el tarro.


OS DOY ESTAS OPCIONES DE ACOMPAÑAMIENTO:
-"Get Out While You Can" de Starsailor.
-"The Trick Is To Keep Breathing" de Garbage.

VALIDOS PARA LA PARTE 7.1 TAMBIÉN.

El primer baúl (parte 7.1)

Cerré los ojos.

Ya empezaba de nuevo. Sobre mí volvían a caer los últimos años de ese claustrofóbico aislamiento de ideas, ideas que antes se asentaban y me otorgaban la libertad suficiente para gritar y disfrutar de la incoherencia que gobernaba mis actuaciones.
¿No era posible olvidar el pasado y agarrar el presente por el cuello hasta arrebatarle el suspiro final, exprimir hasta la última gota de vida?
Realmente en esos momentos no me veía capaz de acometer tal empresa... Era preciso algo de riesgo, ¿no era eso en lo que quería envolver mi vida? Quería algo que me sorprendiera, no tener límites. Un presente y un futuro hecho a base de vivir. Se había acabado el permanecer inerte ante todas las cosas que se empeñaban en golpearme la cabeza una y otra vez.

Sonreí.

Abrí los ojos.

Allí estaba. De regreso en el mundo de los vivos. Con Parker, con Angela y con un pack de cervezas entre los brazos.
Era hora de empezar a disfrutar de la libertad. Lo primero era meter las birras en la nevera.
Una vez cumplida la primera misión regresé al salón. Hice una parada técnica en el mueble-bar. Una copa no me vendría mal. Saqué un vaso del armarito, dos cubitos de la cubitera y vacié sobre ellos dos dedos de un whisky extraordinario.


ESTARÍA BIEN EL "Within You Without You" de The Beatles... AUNQUE PUEDE RALLAR, OJO.

martes, 2 de diciembre de 2008

El primer baúl (parte 6)

Antes de llegar paré en un 7-Eleven a comprar las cervezas. No me gustan nada esos sitios, y menos por la noche. Su falta de sensibilidad me produce escalofríos... y esos niñatos mascachicle en la caja... sin comentarios.
Agarré un pack de doce cervezas y regresé a las calles. En cinco minutos estaba delante de la casa de Parker.

Vivía en el tercer y cuarto piso de una casa de apartamentos en el centro de la ciudad. Una zona bonita, aunque demasiado tranquila para lo que a él le gustaba. De todas formas seguía allí. Era su lugar de meditación, el "reposo del guerrero", como solía decir.
Y allí estaba yo ahora, llamando a la puerta, esperando que ese también fuera mi lugar de meditación.

Parker tardó un poco en abrir. Siempre se tomaba las cosas con mucha calma. Se lo podía permitir, su posición era del todo envidiable. Estaba forrado gracias a una única inversión afortunada y eso le había proporcionado la posición perfecta para matizar y llenar de significado la palabra "vividor" durante estos últimos años...
Y allí estaba, justo delante, en camiseta y pantalón de deporte, con su eterna sonrisa y su eterno vaso de whisky en la mano.

-Bueno tío. Ya estás aquí...¿las birras? -le mostré la bolsa del 7-Eleven- Bien, se me acabaron anoche... Pasa, pasa.

Un tipo tranquilo Parker. Siempre hablaba de forma pausada, con cierto aire de dejadez, como restándose importancia.
Era consciente de que aquello atraía a muchas mujeres, y combinándolo con el dinero que llovía en su cuenta corriente, su teléfono no dejaba de sonar y su alcoba nunca estaba vacía.
Ni siquiera en ese momento estaba solo. Según entré en su casa, una morena espectacular bajaba las escaleras que, en sentido inverso, subían al suntuoso cuarto de mi amigo.
Él se percató de su presencia y nos presentó.

-Ésta es... -evidentemente se habñia olvidado de su nombre... si es que alguna vez lo había sabido.
- Angela -respondió ella. No parecía importarle demasiado que no recordase su nombre.

La saludé con una sonrisa. Ella me devolvió el saludo con una mirada indiferente, con una condescendencia y pasotismo que me hirvió la sangre. Yo no estaba para gilipolleces de ese tipo, pero estaba en casa de Parker y ella era la tía que había pasado la noche allí. Así que me tragué la mala leche y sonreí de nuevo.

Pensé que ella no iba a quedarse demasiado. Nunca lo hacían. "Una noche y basta" era la idea de mi amigo y, hasta cierto punto, yo estaba dispuesto a seguirla. Ojalá tuviera esa sangre fría y esa claridad de ideas.
Me vendría bien tomar unas notas ¿Dónde estarían mi block y mis lapiceros? Hacía tanto tiempo que no escribía una línea que no sabría si sería capaz de acordarme de cómo se utilizaban... Mi inspiración hecha añicos. Cada día que trascurría era un pisotón a mi inventiva, a mi capacidad de improvisación. Cada día que pasaba era una zancadilla a mi vida.



YO ME LA JUGARÍA COMBINADO ESTA LECTURA CON "Bus Stop Boxer" de Eels.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El primer baúl (parte 5)

- Parker... ¿Estás haciendo algo?... ¿no?... Vale tío, cojo unas cosas y voy para allá... No, no, no pasa nada... Sí... Vale... Llevaré unas cervezas.

Bien, ya tenía un plan. Volvería a casa, cogería unas cosas e iría a ver a Parker. No es que fuera un gran comienzo, pero era un comienzo al fin y al cabo.
Me despejé un poco, encendí el cd y conduje de vuelta a casa.

Realmente había estado conduciendo un huevo. Tardé casi tres horas en llegar.
Por fin a pagué el motor del coche en el garaje y entré en mi nada humilde morada.
Y allí estaba la bruja. Nada más cerrar la puerta tras de mí, mirándome con un odio nada disimulado.

-¿Dónde has estado? -me espetó- ¿Has estado con una furcia, verdad? Seguro que fue esa chica nueva, la rubia, esa "monada" de la fiesta de los Fansworth... ya...

Me horrorizó la falta de originalidad de aquella mujer a la que, posiblemente, algún día había apreciado ¿Dónde estaba su autoestima? ¿Acaso pensaba que aquello era lo único que podía hacerme llegar tarde a casa? ¿Acaso creía que aquel era el único motivo que podía tener para alejarme de ella?
Cada vez soportaba menos a esa mujer de diseño, que seguía gritando y blasfemando con esa boquita tan linda.
Mientras me dirigía a nuestro cuarto para recoger algunas cosas, no pude evitar que mi cara mostrase un gesto de total repugnancia hacia ese ser que chillaba y sacudía los brazos ante mí.

Con total parsimonia bajé una de mis maletas del altillo de nuestro lustroso armario de roble y comencé a sacar ropa de los cajones. Lo justo para pasar tres o cuatro días en casa de Parker. No necesitaba más. La idea de alejarme de esa mujer, que seguía gritándome como una loca, hacía que la maleta se llenara casi por si misma.
Cuando por fin la cerré, me dirigí al cuarto de baño. Quería ver por primera vez en mucho tiempo una sonrisa. Pero lo que vi no fue una simple sonrisa; mi boca se había convertido en una inmensa caverna de la que salía toda la enrabietada felicidad que había estado oculta, alejada de mi mundo desde épocas inmemoriales.
Podía sentir cómo invadía aquel cuarto y se esparcía por toda la casa, trepando por las paredes, ahogando cualquier atisbo de tristeza.
Y noté la fugaz presencia de un enorme silencio tras ella... De golpe cerré mi boca, no estando seguro de si algo de aquella energía desgarradoramente positiva y renovadora aún permanecía en mi interior.
Me quedé unos instantes así, mirando al espejo con la boca cerrada y esbozando la sonrisa, y al fondo, tras de mí, de pie, inmóvil, estaba una de las pruebas de mi desfachatez pasada, de mi autocomplacencia y conformismo.

Tenía que dejar todo aquello de una vez. Agarré la maleta y dirigí mis pasos hacia la puerta. Ella no dijo nada. Ya había gastado toda la batería de insultos e inconveniencias, ahora sólo me miraba mientras abría la puerta y me largaba.
Dudo que ella llegara a soltar una lágrima. Así pues, me senté al volante, tiré la maleta eb el asiento de al lado y metí el "Disraeli Gears" de Cream en el cd.
Arranqué.

La casa de Parker no quedaba lejos, así que me lo tomé con calma. Quería seguir disfrutando de la música que se iba deslizando hacia mi a través de los bafles...



COMO A LA MITAD... EMPEZAD A COMPAGINAR LA LECTURA CON "World Of Pain" de Cream