martes, 2 de diciembre de 2008

El primer baúl (parte 6)

Antes de llegar paré en un 7-Eleven a comprar las cervezas. No me gustan nada esos sitios, y menos por la noche. Su falta de sensibilidad me produce escalofríos... y esos niñatos mascachicle en la caja... sin comentarios.
Agarré un pack de doce cervezas y regresé a las calles. En cinco minutos estaba delante de la casa de Parker.

Vivía en el tercer y cuarto piso de una casa de apartamentos en el centro de la ciudad. Una zona bonita, aunque demasiado tranquila para lo que a él le gustaba. De todas formas seguía allí. Era su lugar de meditación, el "reposo del guerrero", como solía decir.
Y allí estaba yo ahora, llamando a la puerta, esperando que ese también fuera mi lugar de meditación.

Parker tardó un poco en abrir. Siempre se tomaba las cosas con mucha calma. Se lo podía permitir, su posición era del todo envidiable. Estaba forrado gracias a una única inversión afortunada y eso le había proporcionado la posición perfecta para matizar y llenar de significado la palabra "vividor" durante estos últimos años...
Y allí estaba, justo delante, en camiseta y pantalón de deporte, con su eterna sonrisa y su eterno vaso de whisky en la mano.

-Bueno tío. Ya estás aquí...¿las birras? -le mostré la bolsa del 7-Eleven- Bien, se me acabaron anoche... Pasa, pasa.

Un tipo tranquilo Parker. Siempre hablaba de forma pausada, con cierto aire de dejadez, como restándose importancia.
Era consciente de que aquello atraía a muchas mujeres, y combinándolo con el dinero que llovía en su cuenta corriente, su teléfono no dejaba de sonar y su alcoba nunca estaba vacía.
Ni siquiera en ese momento estaba solo. Según entré en su casa, una morena espectacular bajaba las escaleras que, en sentido inverso, subían al suntuoso cuarto de mi amigo.
Él se percató de su presencia y nos presentó.

-Ésta es... -evidentemente se habñia olvidado de su nombre... si es que alguna vez lo había sabido.
- Angela -respondió ella. No parecía importarle demasiado que no recordase su nombre.

La saludé con una sonrisa. Ella me devolvió el saludo con una mirada indiferente, con una condescendencia y pasotismo que me hirvió la sangre. Yo no estaba para gilipolleces de ese tipo, pero estaba en casa de Parker y ella era la tía que había pasado la noche allí. Así que me tragué la mala leche y sonreí de nuevo.

Pensé que ella no iba a quedarse demasiado. Nunca lo hacían. "Una noche y basta" era la idea de mi amigo y, hasta cierto punto, yo estaba dispuesto a seguirla. Ojalá tuviera esa sangre fría y esa claridad de ideas.
Me vendría bien tomar unas notas ¿Dónde estarían mi block y mis lapiceros? Hacía tanto tiempo que no escribía una línea que no sabría si sería capaz de acordarme de cómo se utilizaban... Mi inspiración hecha añicos. Cada día que trascurría era un pisotón a mi inventiva, a mi capacidad de improvisación. Cada día que pasaba era una zancadilla a mi vida.



YO ME LA JUGARÍA COMBINADO ESTA LECTURA CON "Bus Stop Boxer" de Eels.

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