miércoles, 26 de noviembre de 2008

El primer baúl

No deja de sorprenderme la forma en que todo comenzó.
El modo en el que ella me preguntó si no era ya tarde para ir a trabajar fue lo que desencadenó los posteriores acontecimientos; el que ahora me levante con tremendos dolores de cabeza y con ganas de quitarme de en medio.

Sí, era tarde para ir a trabajar. Sí, me había dormido. Pero parecía que ella no tenía claro que yo aun no era un robot, y que, tras siete años trabajando unas doce horas diarias, era posible que mi maquinaria dijera basta, aunque fuese sólo por un día.

Pues no, ella no lo comprendía. Por eso empezó a soltar chorradas por esa boquita impertinente, herencia de su madre -un ser demoníaco de las altas esferas de la ciudad, una devoradora feroz de hombres e ideologías que se había pasado media vida chupando pollas y la otra media disfrutando de su sabor, el dinero.
Su hija -mi novia- había recibido de ella su cuerpo y su arte de seducción, y de su padre únicamente su dinero y la tontería que éste lleva consigo.

Visto que esa zorra no se iba a callar de ningún modo, decidí pasarme por el trabajo y aguantar la bronca del jefe (cualquier cosa era mejor que estar escuchando las gilipolleces que soltaba la malcriada esa).
Así que me levanté de la cama, me pegué una ducha conscientemente larga y me vestí tan elegantemente como lo había hecho los últimos siete años.


Cuando me senté en el coche y lo puse en marcha me pregunté por qué seguía con ella. En cuanto salí del garaje me respondí que era por falta de tiempo, no tenía tiempo para intentar salir de esa vorágine carnívora. Realmente triste. El problema era todo, no sólo ella. Nada estaba en su sitio y ya iba siendo hora de hacer algo al respecto.

Atravesé las calles sin darme cuenta de por donde iba, con la seguridad de que, sin duda, acabaría delante del edificio donde estaba mi oficina.
Así, como un zombi, llegué al parking. Allí estaba Benny para saludarme, como siempre.
Pero enseguida lo de siempre iba a dejar de serlo.



PONER EN EL AUDIO "Dolphins were monkeys" de Ian Brown.

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