lunes, 24 de noviembre de 2008

Empezó con una carta

El papel se le deslizó de entre los dedos y cayó al suelo. Acababa de leer algo que no quería leer, pero a pesar de todo, intuía. Demasiado tiempo sin saber. Demasiada distancia.

Tres años y dos meses. Tres años y dos meses y se despedía así, desde quinientos kilómetros, sin una llamada, sólo una miserable y condescendiente misiva. Cómo se podía ser tan... zorra.

No podía pensar. Recogió el papel del suelo y le echó otro vistazo, sólo que esta vez no vio ninguna letra, sino una escena de dos amantes enredados y sudorosos... y ninguno era él.
Sentía como le empezaba a dominar la rabia mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Arrugó el papel y lo tiró con furia contra la pared.

Se quedó sentado en la cama durante un buen rato. No podía pensar. Su cabeza no dejaba de darle vueltas a la escena y ya empezaba a marearse.
Seguía sin poder creerse todo aquello, aunque era obvio que algo había cambiado. Ella se había ido a aquella isla. Le había dicho que necesitaba tiempo para pensar y que no deseaba (¡no deseaba!)que él la acompañase.
Espacio y tiempo para evaluar su relación. Como resultado, un suspenso absoluto.

Pero él la quería, o al menos, eso sentía.
Tampoco había podido pensar en contrario, porque cuanto mayor es la espera, más fuerza cobran el anhelo y el deseo. La consecuencia de todo ello, el resumen, es que ella le había abandonado cuando más ardientemente él la deseaba y la necesitaba.


Consiguió reunir las fuerzas suficientes para incorporarse de la cama y trasladar su cuerpo a la cocina. Abrió la nevera, pero nada allí había que le apeteciese. Verduras, zumo, huevos, agua mineral... pero nada de alcohol. Ninguna botella que contuviese la dosis de autocompasión y olvido que requería la situación.
Decidió pues ponerse los pantalones, calzarse sus Vans y buscar esas dosis en algún bar de la ciudad.



ESCUCHAR CON ESTO... "I Miss You Now" de Stereophonics

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